Un cuadro para vivirlo
15 de octubre de 2022 Desde hace tiempo los hechos no coinciden con lo esperado. Antes sí, antes ocurrió. Quizá porque esperar compaginaba con esperanza y esperanza con ilusiones y estas con futuro. Y llegó el futuro y no se ven los logros. No hay obra, no hay arte ni lugar, ni letra ni música, y claro, no habrá huella. Hace un momento encuentro un oportuno tuit de Rodnei Casares que cita a Rafael Cadenas: Sé/ que si llego a ser nadie/ habré perdido mi vida. Y leo en las Prosas apátridas de Ribeyro (el libro que me obsequió Luis Yslas y que me recomendaba Víctor Colden el mismo día sin que haya relación entre ambos hechos y personas) que él siente una especie de desazón por no saber describir ni descubrir el milagro de la trascendencia artística. Se pregunta por qué Quevedo y no Gide, por ejemplo. Pero ese ya no es el vestigio que pretendo. La palabra acompaña, aunque no es un legado a ciegas. Tampoco me interesa el hilo de la sangre; si de hilar se trata me pare...