Mari

9 de septiembre de 2023 Con Mari no he charlado tanto como me gustaría. Cuando lo hago, consigo hondura y la percepción de que escucha, de que escucha bien. Hace tres años me mostró la pequeña bodega donde pensó criar conejos. Le pedí que me dejara tomar fotos y, paciente, me observó hacer mis pinitos. Una ventana añosa me pareció un buen motivo, así que mostrándole el producto me dijo que debía seguir «viendo», que sacara todos los artistas dentro de mí. Desde ese día la vi, a ella, y de otra forma. Desprendida del cuidado de su padre y de su suegro —veinte años: con párkinson uno, el otro con alzhéimer—, al fin tiene tiempo, todo el tiempo para lo que quiere vivir: viajar con José, practicar yoga, hacer senderismo por las rutas de la Ribeira Sacra, ver películas y leer, que le encanta. Quizá esté mal decirlo, pero casi la hemos felicitado por su liberación. Durante esos días quedé en que le enviaría algunos de mis textos, y las ocasiones en las que me acord...