La calandria
27 de mayo de 2022 —Papá, déjalo ya, anda, vamos… Desde Gallegos, la aldea que ni Google encuentra, mi padre sale todos los días por el Camino de Invierno. Y lo hace desde la época en la que nadie lo llamaba así. No tengo duda de que esos 120 kilómetros que restan hasta Santiago, desde las tierras de Pantón, los ha multiplicado ad infinitum en sus caminatas diarias, de paso en paso hasta sus reflexiones: —He recorrido el Mundo varias veces —comenta, orgulloso y medio burlón. —¿Qué dices? ¡Qué exagerado! —le tiento. —Mira, yo ya hice un millón de kilómetros en estas tierras ¡y otros cuatro en América! —Pero nunca llegaste a Santiago caminando, no es lo mismo. —Sí que lo es, cuenta la intención… …Que no le falta, en verano o invierno, sin excepciones. Cuando ve un peregrino, con el atavío de la última tecnología del diseño, él sale a su encuentro engalanado de local: un cayado de madera sin barniz, deportivas blancas gastadísimas, gorra naranja, chándal indescifrable y, aceler...