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Mostrando entradas de mayo, 2022

La calandria

27 de mayo de 2022 —Papá, déjalo ya, anda, vamos… Desde Gallegos, la aldea que ni Google encuentra, mi padre sale todos los días por el Camino de Invierno. Y lo hace desde la época en la que nadie lo llamaba así. No tengo duda de que esos 120 kilómetros que restan hasta Santiago, desde las tierras de Pantón, los ha multiplicado  ad infinitum  en sus caminatas diarias, de paso en paso hasta sus reflexiones: —He recorrido el Mundo varias veces —comenta, orgulloso y medio burlón. —¿Qué dices? ¡Qué exagerado! —le tiento. —Mira, yo ya hice un millón de kilómetros en estas tierras ¡y otros cuatro en América! —Pero nunca llegaste a Santiago caminando, no es lo mismo. —Sí que lo es, cuenta la intención… …Que no le falta, en verano o invierno, sin excepciones. Cuando ve un peregrino, con el atavío de la última tecnología del diseño, él sale a su encuentro engalanado de local: un cayado de madera sin barniz, deportivas blancas gastadísimas, gorra naranja, chándal indescifrable y, aceler...

El atrevimiento, una aproximación

Se quedó hasta el final. Miró a su alrededor y, cuando iba a marcharse, un autor caribeño muy conocido se acercó y le saludó respetuosamente. Hablaron unos segundos y entonces sí, se marchó. La mujer se había quedado mirándolos y llegó a pensar si debía aproximarse y saludarle de nuevo. Si fuera más indiferente a las consecuencias de sus acciones y entendiera que sus omisiones son las que le devastan hasta le hubiera preguntado si quería tomarse algo, ahí mismo, en el parque. Le sorprendió verlo tan solo, ¡él! Ya antes le había firmado un libro y se atrevió a pedirle opinión sobre cuál era el mejor título para empezar a leer a Fred Vargas, último Premio Princesa de Asturias, autora sobre la que él había manifestado pública admiración. La mujer sintió que este sabio le hablaba responsablemente, que se había tomado su pregunta con seriedad. Le indicó dos títulos y le dijo que empezara por ahí. Que Vargas no gustaba a todos, le advirtió, pero que no importaba eso, finalmente. Ese «finalme...

El «casi» de la vida

6 de mayo de 2022 Un nudo irresoluble, que quise fuera gordiano, es lo que me encontré hace muchos años cuando pedía a la editorial que me suministrara más ejemplares del primer libro que escribí, una biografía de un personaje histórico venezolano. Nadie sabía qué responderme. Solo Tania Calderín me contó la verdad. Con su voz pausada, siempre pedagógica, sin alterarse y conciliadora me explicó que uno de los socios se negó a distribuir ni un ejemplar por cierto desacuerdo que se produjo en el grupo. Ese señor había «secuestrado» los libros guardándolos en un almacén de su propiedad. Diez mil ejemplares con un trabajo del que estaba contenta. Me pareció trágico. Yo era vehemente. Llamé a ese socio a su pueblo riojano, donde se había retirado. Jamás ha tenido que pedir tantas veces «por favor». Rotonda negativa. Era también la primera vez que mis palabras no penetraban, refractaban. Aunque me lo había anunciado, Tania consoló, pero ella y el resto de socios fueron quienes perdieron su i...