Entradas

Mostrando entradas de 2022

Besitos como hormigas

8 de diciembre de 2022 Esto va de juguetes y damas hermosísimas. De ilusiones y apariciones. Prepárate, porque voy a contarte una historia.  En 1917, Carmen, de ojos negros, perdió a su madre, Mercedes, de ojos azules. Tenía cuatro años cuando vio cómo clavaban el féretro de madera. Ella y su hermano fueron separados y entregados a otros parientes, a aquellos que podían hacerse cargo. O aunque no pudiesen, porque era lo que tocaba. A Carmen le correspondió en suertes su tío materno; a Pedro, de dos años, otro tío en la ciudad.  Esto era lo normal en la época, en esos pueblos montañosos de los Andes, la cordillera que atraviesa toda Sudamérica y cuyo extremo norte empieza ahí, justo en el occidente venezolano.  En el pueblo donde estaba la casa familiar la chiquilla tenía muchas tareas, una de ellas era la de cuidar a los otros niños, sus primos. Niños más robustos que ella misma, a quienes vestía, dormía, acompañaba y quería. Su único juguete era la escoba, a la que ataba...

Un cuadro para vivirlo

15 de octubre de 2022 Desde hace tiempo los hechos no coinciden con lo esperado. Antes sí, antes ocurrió. Quizá porque esperar compaginaba con esperanza y esperanza con ilusiones y estas con futuro. Y llegó el futuro y no se ven los logros. No hay obra, no hay arte ni lugar, ni letra ni música, y claro, no habrá huella.  Hace un momento encuentro un oportuno tuit de Rodnei Casares que cita a Rafael Cadenas:  Sé/ que si llego a ser nadie/ habré perdido mi vida. Y leo en las  Prosas apátridas  de Ribeyro (el libro que me obsequió Luis Yslas y que me recomendaba Víctor Colden el mismo día sin que haya relación entre ambos hechos y personas) que él siente una especie de desazón por no saber describir ni descubrir el milagro de la trascendencia artística. Se pregunta por qué Quevedo y no Gide, por ejemplo. Pero ese ya no es el vestigio que pretendo. La palabra acompaña, aunque no es un legado a ciegas. Tampoco me interesa el hilo de la sangre; si de hilar se trata me pare...

Paso cerrado

5 de octubre de 2022 La roca de hoy, inmóvil. Su peso presagia el llanto. Mientras las lágrimas aguardan en el tráfico de la mañana, hace todo lo que le dijeron que hay que hacer: levantarse, caminar hasta el aseo, lavarse. Abre la nevera; mira la comida y también recuerda que está ahí para que intente, al menos, engullirla. El peso comienza a arrastrarla. Toma una pera y la mira. Sabe que debe quitarle la piel, quizá rebanarla y comerla. Lo hace. No la saborea, pero no pierde la ocasión de ingerir más cosas y, si puede, otro poco más. Piensa en desorden y se obliga a hablar, felicitándose: «Aún no me ha aplastado, puede que no avance, pero no acaba conmigo». Y se acuerda de nuevo, siempre recuerda, que no han transcurrido sus primeros veinte minutos del día. «No cantes victoria», se dice ahora, muy bajo. No puede, no quiere evitarlo. Llora otro poco. Entonces, como si el dinosaurio del relato más breve se interpusiera entre ella y la vida, le habla, le ruega que levante la co...

Volver a irse

Va por el arcén de la carretera comarcal. Con fuerza, con brío, a ver si consigue gastar el eufemismo de «energía acumulada». Lleva un móvil en cada bolsillo, hoy puede enfundarlos, hace fresco y necesita una chaqueta ligera. Uno para las fotos; el otro para las comunicaciones, las de siempre o las de emergencia. O las que desearía. Saluda a la mujer del panadero, que hoy lleva intenso peinado estilo Cruella de Vil; también le dice hola, desde el coche, Marilú, quien ha dejado al perro ladrador cuidando de las vacas; otra mujer que no conoce pero que es de ahí le desea buen camino. Ella da las gracias, sigue y, tras dos pasos, se devuelve para responderle que también es de la zona, con ese acento, sí, pero es. Es. Porta con firmeza sus palos de aluminio y se adentra en los hilos de grava y tierra de los bosques. Pasa un coche, y otro. Y un tractor. Ya no levanta la cabeza para saludar, porque desconoce quién es amigo o no; prefiere camuflarse, ahora sí, de peregrina sin mochila. El rec...

La calandria

27 de mayo de 2022 —Papá, déjalo ya, anda, vamos… Desde Gallegos, la aldea que ni Google encuentra, mi padre sale todos los días por el Camino de Invierno. Y lo hace desde la época en la que nadie lo llamaba así. No tengo duda de que esos 120 kilómetros que restan hasta Santiago, desde las tierras de Pantón, los ha multiplicado  ad infinitum  en sus caminatas diarias, de paso en paso hasta sus reflexiones: —He recorrido el Mundo varias veces —comenta, orgulloso y medio burlón. —¿Qué dices? ¡Qué exagerado! —le tiento. —Mira, yo ya hice un millón de kilómetros en estas tierras ¡y otros cuatro en América! —Pero nunca llegaste a Santiago caminando, no es lo mismo. —Sí que lo es, cuenta la intención… …Que no le falta, en verano o invierno, sin excepciones. Cuando ve un peregrino, con el atavío de la última tecnología del diseño, él sale a su encuentro engalanado de local: un cayado de madera sin barniz, deportivas blancas gastadísimas, gorra naranja, chándal indescifrable y, aceler...

El atrevimiento, una aproximación

Se quedó hasta el final. Miró a su alrededor y, cuando iba a marcharse, un autor caribeño muy conocido se acercó y le saludó respetuosamente. Hablaron unos segundos y entonces sí, se marchó. La mujer se había quedado mirándolos y llegó a pensar si debía aproximarse y saludarle de nuevo. Si fuera más indiferente a las consecuencias de sus acciones y entendiera que sus omisiones son las que le devastan hasta le hubiera preguntado si quería tomarse algo, ahí mismo, en el parque. Le sorprendió verlo tan solo, ¡él! Ya antes le había firmado un libro y se atrevió a pedirle opinión sobre cuál era el mejor título para empezar a leer a Fred Vargas, último Premio Princesa de Asturias, autora sobre la que él había manifestado pública admiración. La mujer sintió que este sabio le hablaba responsablemente, que se había tomado su pregunta con seriedad. Le indicó dos títulos y le dijo que empezara por ahí. Que Vargas no gustaba a todos, le advirtió, pero que no importaba eso, finalmente. Ese «finalme...

El «casi» de la vida

6 de mayo de 2022 Un nudo irresoluble, que quise fuera gordiano, es lo que me encontré hace muchos años cuando pedía a la editorial que me suministrara más ejemplares del primer libro que escribí, una biografía de un personaje histórico venezolano. Nadie sabía qué responderme. Solo Tania Calderín me contó la verdad. Con su voz pausada, siempre pedagógica, sin alterarse y conciliadora me explicó que uno de los socios se negó a distribuir ni un ejemplar por cierto desacuerdo que se produjo en el grupo. Ese señor había «secuestrado» los libros guardándolos en un almacén de su propiedad. Diez mil ejemplares con un trabajo del que estaba contenta. Me pareció trágico. Yo era vehemente. Llamé a ese socio a su pueblo riojano, donde se había retirado. Jamás ha tenido que pedir tantas veces «por favor». Rotonda negativa. Era también la primera vez que mis palabras no penetraban, refractaban. Aunque me lo había anunciado, Tania consoló, pero ella y el resto de socios fueron quienes perdieron su i...

Sofya, la amiga, la experta, et al.

Esta historia quiere cobrar sentido. O tal vez solo estoy ante un lazo que me pertenece y pretendo desatar a mi manera. Hace muchos años, en los espacios tropicales, aprendiz de estudiante universitaria, una compañera cuya condición física la había transformado en objeto de burla para unos ojos envilecidos portaba una pegatina en su espalda que reproducía un cuadro de una mujer que compartía ese estado físico. Quienes le habían pegado la imagen se reían a su paso, pero ella, acostumbrada a un tipo de miradas, apenas reparó en la diferencia.  Pude acercarme y quité el papel que constreñí en el puño cerrado como la O’Hara en esa escena de «A Dios pongo por testigo». La chica debió notar algo porque giró sobre sus pasos, yo me excusé y me miró sonriendo con esa tristeza paciente que le caracterizaba. Creo que no sabía por qué dio las gracias, pero lo hizo, no fuese que ¡vaya rareza! yo no estuviese insultándola. Cuando alisé el folio vi una imagen mal fotocopiada que descono...