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Mostrando entradas de 2023

Gasolina

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8 de diciembre de 2023 Fue este domingo pasado en la Parroquia de San Eduardo y San Atanasio.    El niño, tal vez de unos tres años, en pleno silencio, que debía resultarle insoportable, justo en el momento más sagrado del misterio, decidió espetar:   A-ella-le-gusta-la-gasolina-dame-más-gasolina-como-le-encanta-la-gasolina-dame-más-gasolina-a-ella-le-gusta-la-gasolina-dame-más-gasolina-como-le-encanta-la-gasolina-dame-más-gasolina…   En bucle, sin que nada ni nadie le hiciera callarse. Los más jóvenes reían y comprendí que se trataba de una canción que mi memoria debió desterrar hace tiempo. ¿Cómo abstraerse de lo que no se desea saber?    Me dije, «no hay vuelta atrás». Ni para el niño ni para mí. Ambos contaminados, habrá que enfrentarse al destino.   Por atribuirme una curiosidad innecesaria, quise constatar la autoría. Escribí en Google «canción gasolina». Salió todo, salió incluso la invitación a escucharla en todas las plataformas posibles, y un...

Recuerdos del paladar

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26 de noviembre de 2023 Paralelas con océano Ponía el cambur titiaro   — el chiquitín —   en el redondel hecho de harina, huevo, poquita sal y leche. Lo cubría con otro y sellaba. Su «niño envuelto» se unía al resto en la bandeja y, ya en el horno, adquiría sentido y sentidos. Una aleación de azúcar y canela para arrullar. El calor almibaraba a ese pequeño, cobijado, moreno y tierno… listo para mí. Eso, entonces, de aquel lado del Atlántico.   A la mezcla de harina, huevo y leche, el toque de sal. La sartén esperaba para reflejarla, para que una tela sedosa delgadísima y a ratos tostada —con cráteres lunares— solazara después la miel de flores. Enrollar en la bandeja, donde el azúcar esperaba a la «filloa», excelsa, que absorbía y derramaba el zumo.   Eso, también entonces, de este lado del Atlántico.   Las abuelas tocaron mi historia para siempre. La andina. La gallega. Ambas buenas en los fogones. Finas hilanderas que me enredaron con delicadeza...

Hoy, de ocho a tres

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6 de octubre de 2023 Entonces, caí en la cuenta de que me parecía a mi madre. O, más bien, a esas mujeres en edades maduras que pueden ponerse a hablar con cualquier persona sin conocerla y casi con alegría. E sto me espantaba no hace mucho tiempo. La mujer entró al vagón del metro con dos carros de compra, perdió la rueda de uno y, mientras la ajustaba, la ayudé a sostener el otro carro. Me dijo que iba a por comida en un centro de ayuda social; a la espera de empleo, a los cincuenta y un años nadie le da trabajo, ni para la limpieza, no tanto por edadismo, como supuse, identificándome con las nuevas etiquetas sociales, sino porque es gitana...     Reparé en que nunca había hablado con una persona que se definiera como gitana. Y tampoco, en España, con una mujer adulta que me dice haber aprendido a leer y escribir recientemente, orgullosa de conseguirlo.  Agregó, despidiéndose, que ninguna penuria importaba porque su marido es muy bueno. Le dije, segura y consciente...

Mari

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9 de septiembre de 2023 Con Mari no he charlado tanto como me gustaría. Cuando lo hago, consigo hondura y la percepción de que escucha, de que escucha bien. Hace tres años me mostró la pequeña bodega donde pensó criar conejos. Le pedí que me dejara tomar fotos y, paciente, me observó hacer mis pinitos. Una ventana añosa me pareció un buen motivo, así que mostrándole el producto me dijo que debía seguir «viendo», que sacara todos los artistas dentro de mí. Desde ese día la vi, a ella, y de otra forma.   Desprendida del cuidado de su padre y de su suegro —veinte años: con párkinson uno, el otro con alzhéimer—, al fin tiene tiempo, todo el tiempo para lo que quiere vivir: viajar con José, practicar yoga, hacer senderismo por las rutas de la Ribeira Sacra, ver películas y leer, que le encanta. Quizá esté mal decirlo, pero casi la hemos felicitado por su liberación.  Durante esos días quedé en que le enviaría algunos de mis textos, y las ocasiones en las que me acord...

Unos rápidos para el Cercanías

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18 de junio de 2023 No hay veda ahí Se besan sin pausa. De Chamartín a Las Rozas y de Las Rozas a Chamartín. Al principio los veía furtivamente, luego con descaro. El revisor, que ya no revisa, al principio miraba, nos guiñaba cómplice; ahora no. Entonces, un día, ayer, decidimos que era mejor besarse, no ignorar que no hay veda. Nos besamos; todos lo hacemos. Aquella con su amigo; esos con estos; tú con tu perro y, los ciervos del Pardo, entre berreos y la berrea, aprendieron a besar.  ¿Y tú?  — preguntas —. Yo tengo el dorso de mi mano. Te beso ahí.                                                                                                                            ...

La lupa

14 de mayo de 2023 Si tras la muerte de María Kodama se hubiera descubierto que murió sin testar, la humanidad habría quedado perdida.    La viuda de hace unos días o la difunta de hoy lo entendió claramente desde el principio. Así que dispuso lo necesario para no hacer nada al respecto. Podía haberlo previsto décadas atrás, hace media centuria quizá, pero tomó la decisión desde que él quiso quedarse en Ginebra.    Si el cuerpo estaba en una ciudad que amaba, una ciudad que lo mostraba libre, ¿por qué debía amordazar la obra? El legado más inalcanzable, las palabras que significaban y las que no, tan expuestas, interpretadas y vulneradas en pensamientos tuiteros que las equilibraban con mensajes de autoayuda de tarjetas Hallmark que a él hacían reír y llorar, y de las que fue nombrada heredera universal, custodia permanente, se quedarían a expensas de las mejores y peores decisiones. De ella, de ella no era nada.   Sin duda: la humanidad estaría perdida.  ...

Las fresas de la vida

7 de mayo de 2023 Va una vez al año a comprar fresas en Aranjuez. Cada penúltimo fin de semana de abril se dirige al mercado y se lleva una caja de la primera cosecha. Pero en el Cercanías empieza a preocuparse. Una joven con una diadema de pinchos metálicos, pelo azul y falda de cuero es objeto de burlas por parte de un grupo de adolescentes. Se mira. Pesa noventa y cinco kilos. Las carnes rebosan y piensa que, al volver, la encontrarán ridícula con su caja de fresas. Ve la bandada de aves, el Tajo que la acerca al destino y se olvida. Ya en el Parque del Príncipe se sienta frente a las orillas del río. El Curiosity saldrá en unos minutos para recorrerlo; los mayores y turistas que han pagado por el viaje y enseñaron su billete al hombre que quiere que aborden cuanto antes dicen adiós. Mueven las manos; ella no sabe por qué. Nadie se lo pide y, además, parecen forzados, condescendientes en una amabilidad que a todos es irrelevante. Pero cree que alguien debería respetar las formas y d...

Consternación desleída

30 de abril de 2023 Hace días encontré en mi sumidero de noticias que una nutria del parque al que fui en otra vida sufría de soledad y malas condiciones. Parece que sus chillidos de queja se oían y causaban compasión a los viandantes. Contesté al tuitero: «Duele». Supe que fue rescatada y tal vez recibió mejor trato. Poco después, una mujer escribió que durante su visita a la tumba de un familiar vio a un niño de nueve años que le pidió sábanas y comida. La madre lo había abandonado para emigrar a Colombia. Lo dejó solo, y él, con hambre, con lo que hizo falta para que un niño de nueve años decidiera huir de su abandono (soledad y malas condiciones), se marchó al cementerio. Ahí, al menos, habría gente que pudiera auxiliarle. Eso pensó, creo que con buen criterio, porque si alguien va al cementerio a llorar a sus muertos quizá disponga de alguna lágrima para los vivos. No contesté a la tuitera. No le dije «duele». En esta tabla rasa en la que se ha transformado la vida occidental, la ...

Los parques de todas las vidas

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23 de marzo de 2023 Una, seis, treinta y cinco, ochenta y dos palomas. Siete gorriones. Dos mirlos. Tres urracas graznan ¡y adiós!, se van los demás pájaros. Han dejado el alpiste porque las últimas, como un par de ´velocirraptors´, aquellos tan eficientes de  Parque jurásico , se encargarán del resto de comida y, si se tercia, también de los gorriones que partieron nerviosísimos.   El viento, que empieza a enfriar, hace que de la nada un hombre mayor aparezca para prevenirme. «¿Qué haces, ¡alma de cántaro!, que te hielas y enfermas?». No nos conocemos, pero me lo dice con tal naturalidad, que contesto que me iré pronto, le haré caso. Es un gnomo del bosque o un abuelo alado, que es lo mismo, por supuesto.   Unas semanas antes, mientras grababa en el teléfono un fallido discurso amoroso, la voz cantarina de otro hombre se coló en la distancia y, al irse acercando, la canción, que era palabra hendida, sellaba la hora con los pasos ligeros de él sobre la arena del camino y ...

Los pedazos

12 de marzo de 2023 La mujer que rompió en pedazos el  Balloon Dog  de Jeff Koons en la feria  Art  Wynwood   de Miami sabía que no debía tocar la obra. Pero, según los testigos, lo hizo en varias  ocasiones hasta que propició la caída. Veo la foto de los trozos de lo que fue un perro azul y aprecio que era un objeto delicado, de esos que deben tener advertencia, que, al  parecer, se le dio.  ¿Qué hace el victimario ante algo así? ¿Se avergüenza? ¿Pide perdón a los cuatro  vientos? ¿Llora? ¿Huye o lo intenta?, ¿o se queda, explica, pregunta por las consecuencias? ¿Qué lleva a una persona, a un espectador o visitante a ignorar la delicadeza? Siempre me lo he preguntado, preocupándome por un probable futuro de daños y quejas, cuando veo a alguien que con su abultada mochila a la espalda no tiene reparo en rozar o golpear a las personas que van en un transporte público, o peor, cuando algunos pasan por lugares en los que...